Asesoria & Asesores Fiscales

Estoy convencido. La causa principal del fraude fiscal es nuestro déficit educativo como personas; causa a la que hay que añadir otras muchas. Entre otras, una justicia lenta, la falta de ejemplaridad pública y privada, la falta de transparencia, la cultura de lo gratuito, la complejidad del sistema tributario y el alto nivel de la fiscalidad. Pero ninguna tan importante como la necesidad de una educación integral como personas.

Los impuestos no han de ser tan sólo una obligación, sino la contribución a una sociedad más justa, convencimiento que requiere, como en otros ámbitos, una profunda reforma del sistema educativo y la recuperación de los valores tradicionales de los que nuestra sociedad padece una crisis profunda; valores que no sólo han de impregnar el sistema educativo, sino que han de ser parte consustancial de nuestras vidas, de nuestra convivencia, de nuestro ejemplo, de nuestro legado. Sólo así es posible que conceptos como confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, compromiso, esfuerzo, sacrificio, respeto y generosidad permitan la construcción de una sociedad más justa y sean el sustrato de lo que me permito denominar una fiscalidad ética.

En este sentido, las raíces del fraude no hay que vincularlas a un ADN especial de los latinos, sino a los déficits educativos y culturales que como país padecemos. Esta crisis de valores es la que subyace en la mayoría de los casos de delitos fiscales o, si se prefiere, de las conductas contrarias a derecho o, sin más, antisociales. Esta fiscalidad, que denominamos ética, exige la reprobación y exclusión social de quienes la incumplan, propia, por cierto, de países anglosajones y ejemplo que seguir. Y en este contexto, es imprescindible interiorizar también la cultura del gasto. Nada es gratis. Todo se financia con nuestros impuestos. Hay pues que transitar de la sociedad de los derechos a la sociedad de las obligaciones y del compromiso. No en vano, los derechos se financian con nuestras obligaciones.

Hay que transitar de la sociedad de los derechos a la de las obligaciones y del compromiso

Es por ello imprescindible un cambio de cultura fruto de una sociedad madura; una cultura de compromiso, de confianza mutua, de respeto, de sacrificio. Y en este contexto, es todavía más importante el cambio que se ha de producir en la gestión del sistema tributario ya que es imprescindible avanzar hacia un modelo de participación y cooperación en su gestión; sector público y privado; hacia un modelo basado en la confianza, en la resolución rápida de los conflictos, en la fluidez, empatía y transparencia en la comunicación e información, en el que la persona, como tal, sea su eje central. Hay que avanzar, pues, hacia un modelo labrado en la ejemplaridad en la conducta de las personas y en los tan necesitados como inexistentes referentes sociales y económicos, públicos y privados. No hay alternativa. Bueno, sí. La primacía del Estado policía frente a la persona.

Antonio Durán-Sindreu
Socio Director
Profesor de la UPF

Artículo publicado en La Vanguardia, 15 de diciembre de 2014

Categoria

Fiscalidad general