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Las compañías, tanto nuevas como de nuevo recorrido, están empezando a integrar la RSE (Responsabilidad Social Empresarial), dentro de su estrategia de negocio como un camino hacia la innovación y como un valor añadido, tanto para el cliente como para el accionista y para la sociedad en conjunto.

Es habitual intercambiar, al hablar de responsabilidad social los términos “empresarial “ y “competitivo”, por ello vamos a hacer una reflexión sobre cada uno de ellos, llegando a la conclusión de que ambos se solapan hoy en día y son perfectamente compatibles.

Por un lado, desde un punto de vista deontológico, la RSE se apoya en argumentos éticos o morales, destacando el modo en que se consiguen los objetivos por encima del criterio de la cantidad, de forma que muchas de estas empresas han decidido atender, tanto a trabajadores como a clientes, accionistas o proveedores y al conjunto de la sociedad de una forma sana y competente.

Desde una visión más utilitarista, la RSE se entiende como herramienta de gestión, de mejora de la competitividad y creación de valor para la compañía y de ahí que muchas ocasiones, se utiliza el término Responsabilidad Social Competitiva frente a Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa en cuanto que, estas acciones se llevan a cabo porque son beneficiosas a nivel social, pero también lo pueden ser a nivel económico, entendiendo que ambas visiones son perfectamente compatibles.

De hecho, es impensable en estos tiempos el imaginar en una empresa que consiga sobrevivir, crecer, consolidarse e incluso triunfar si no consiguen un equilibrio entre la dimensión social, ambiental y económica. Y todo ello porque las empresas son proyectos creados por personas, con personas y para las personas. La Responsabilidad Social Competitiva se podría decir que es una nueva tendencia empresarial en cuanto que, ya no se trata sólo de realizar acciones accesorias, compensatorias o propias de una estrategia de marketing, sino de originar expectativas económicas que consideren el compromiso con nuestra sociedad algo esencial e impreso en los valores de la empresa. Son compañías que han conseguido generar negocio con el factor social como elemento competitivo y diferencial, convirtiéndolo, además, en la clave de su éxito sin perder de vista la rentabilidad.

El Gobierno de Aragón, junto a CEOE, Cepyme, UGT y CCOO, sentó las bases del Plan de Responsabilidad Social de Aragón (RSA), con el reto de promover las prácticas socialmente responsables en organizaciones públicas y privadas. La mesa de la Responsabilidad Social de Aragón, va un paso más allá, impulsando cuatro aspectos fundamentales: la conciliación, igualdad, voluntariado y promoción de la cultura; en 2.018, aprobó la creación del sello RSA+ para impulsar que las organizaciones poseedoras de este sello profundicen en aspectos clave de la RSC.

Quedaron atrás los tiempos en que las estrategias de Responsabilidad Social Empresarial se percibían como un simple lavado de imagen y las medidas responsables eran elaboradas por las propias compañías de forma voluntaria, discrecional y arbitraria sin que existieran mecanismos para verificar su eficacia o cumplimiento por parte de órganos externos. Aunque hay mucho recorrido, la tendencia clara es que los Gobiernos impulsen una regulación internacional de la actividad social de las empresas, exigiendo una implicación real para hacer obligatoria la defensa de los derechos humanos, laborales y medioambientales por parte de las empresas.

Seguiremos avanzando en la Responsabilidad Social porque la sociedad, y los consumidores en particular, cada vez tendemos más a comprar valores y no productos y exigimos a las empresas y a los Gobiernos un comportamiento ético, premiando a las empresas que son competitivas en calidad y precio, pero también en valores que son compartidos por la sociedad.