Asesoria & Asesores Fiscales

Sí, lo sé. El cambio de domicilio fiscal que Marc Márquez pretendía hacer es un caso de economía de opción. Es, para entendernos, legal. No dudo, incluso, que tal vez sería conveniente reflexionar sobre la fiscalidad de aquellos con un corto ciclo de vida laboral. Es posible. Pero este no es el problema.

El problema es evitar deslocalizaciones por motivos fiscales y evitarlas desde su raíz. Es innegable que estas se producen por la fiscalidad tan elevada que tenemos. Y algo hay que hacer, porque de lo contrario el panorama es realmente funesto. Fíjense. La privilegiada fiscalidad del ahorro no se aumenta por temor a que el capital se deslocalice. Las rentas altas con posibilidad de deslocalizarse, como es el caso, por ejemplo, de Fernando Alonso, se refugian en países con mejor tributación. Las grandes empresas juegan al límite de las posibilidades con una tributación efectiva muy baja o, si se prefiere, inferior a la que creo que sería razonable. Y la fiscalidad de la riqueza es por su parte inexistente. El resultado de este mix es el empobrecimiento de las clases medias que, ahogadas a impuestos y sin posibilidad alguna de deslocalizarse, soportan injustamente el peso de la fiscalidad. Sencillamente, injusto; éticamente, reprobable; políticamente, irresponsable y técnicamente, insostenible. Y no entro en más detalle pues, de hacerlo, es para ponerse a llorar.

Que el sistema fiscal requiere de una reforma integral, es evidente. Pero lo importante es cómo afrontarla. Y, en nuestra opinión, la solución es sólo una: reducir drásticamente la fiscalidad y cofinanciar una parte importante de los servicios públicos a través de fórmulas de copago progresivas. No se asusten! No estoy diciendo pagar más impuestos. Estoy diciendo pagarlos de forma distinta: una pequeña parte de la forma tradicional y la otra directamente por quien utiliza los servicios públicos. Vaya, como ocurre con el transporte público. Porque recuerden, nada es gratis. Todo lo pagamos los ciudadanos. Y en este contexto es importante que asumamos que nuestros derechos, la sanidad, por ejemplo, se financian con nuestras obligaciones, los impuestos y el copago.

Esta es la única forma de interiorizar la cultura del gasto; de ser exigente con la calidad del servicio y crítico con su gestión; de valorar adecuadamente el Estado del Bienestar; de comprometerse. Pero aun así, no es suficiente. Es imprescindible también educación y ejemplaridad tributaria. Y es también necesaria una justicia rápida, con restitución íntegra del daño producido a la sociedad y con exclusión social de quien incumple.

Si me apuran, no es tan importante la privación de libertad como la privación de poder continuar desarrollando la actividad habitual. Sólo en este contexto es posible crear la confianza y apego suficiente con una sociedad comprometida de la que merezca la pena continuar siendo residente fiscal.

Antonio Durán-Sindreu
Socio Director
Profesor de la UPF

Artículo publicado en La Vanguardia el 19 de enero de 2105