Recientemente, ha aparecido en los medios de comunicación, dos querellas interpuestas por la Fiscalía por presunto fraude fiscal, contra el jugador de fútbol argentino del Barcelona Javier Mascherano. Esta semana, más de lo mismo, sobre el jugador del Bayer Xabi Alonso. Ex compañeros de fatigas en el Liverpool, también lo son en los juzgados. No declarar los ingresos derivados de la explotación comercial de sus derechos de imagen a empresas extranjeras domiciliadas en Madeira y Miami el motivo de la discordia.
Estos dos futbolistas, ostentan el pobre reconocimiento de pertenecer al cada vez más popular listado de grandes deportistas cazados por el fisco, algunos de ellos, recordados más que por sus hazañas en la cancha, por sus conocimientos de ingeniería fiscal.
Es más fácil entender el planteamiento técnico de un equipo de primera que la planificación fiscal internacional, por lo que, a efectos prácticos, los servicios jurídicos de los clubes de futbol, multinacionales y los representantes de los jugadores, son los directores de orquesta que deciden muy al límite, la manera de saltarse a la torera la legislación fiscal.
Valga el siguiente ejemplo para profanos:
Como es sabido, la liga española de fútbol de primera división, está formada por veinte equipos, lo que supone treinta y ocho jornadas, teniendo en cuenta las interrupciones por vacaciones navideñas, partidos de selecciones,… esto implica, que la duración aproximada sea de unos nueve meses. Haciendo un sencillo ejercicio de cálculo, consistente en multiplicar estos nueves meses por treinta días de media mensual, nos encontramos con la primera duda, ¿los jugadores extranjeros o comunitarios no nacionales son realmente residentes o no?
La respuesta es tan evidente como, la diferencia a la hora de contribuir al fisco.
Para concluir, los propios medios que dignifican a nuestros ídolos, son los mismos que los arrojan después a los leones…
