Asesoria & Asesores Fiscales

En los medios de comunicación son frecuentes las noticias de “nuevos filántropos”, como la donación de 10 millones de euros de Amancio Ortega. Al mismo tiempo, muchos de nosotros realizamos pequeñas donaciones para causas benéficas televisivas o participaciones en ONG´s.

Pero, ¿cómo es la filantropía en España?

España tiene una historia de filantropía relativamente corta ya que, hasta la llegada de la democracia, la ayuda a los más desfavorecidos se canalizó fundamentalmente a través de la Iglesia. Para los expertos, que la asistencia social estuviese en manos de la beneficencia es la principal razón de que España esté a años luz de Estados Unidos en materia de donaciones. Pero, además, está también por debajo de los países desarrollados que tienen una realidad social similar. Algo en lo que creo que los impuestos tienen su parte de responsabilidad.

Si bien España es un país con una enorme fibra sensible y, según las estadísticas, se sitúa entre los cinco primeros a nivel mundial en acudir a la llamada de las catástrofes, el problema es su continuidad. Hay estudios que determinan que mientras que el 95% la población anglosajona dona habitualmente, en nuestro país tan solo lo hace el 11% de forma continua y el 21% lo hace esporádicamente.

Este tipo de filantropía en su concepción anglosajona es muy necesaria para la comunidad y está basada en la satisfacción por aportar. En EEUU las donaciones filantrópicas representan el 2% del PIB, mientras que en España no superan el 0,1% del PIB.

Pero es que realizar una donación en España equivale a una deducción del 25% en el IRPF o de un 35% en el Impuesto de Sociedades, mientras que en EEUU la deducción es del 100% de la donación. Y si miramos nuestro entorno más cercano, en Francia este porcentaje llega al 65% para las compañías y en Austria, como en EE UU, se permite la deducción de hasta el 100% de la aportación.

En mi opinión, en España la filantropía se halla a la expectativa de la nueva Ley de Mecenazgo. El tratamiento de las microdonaciones debe mejorarse y deben potenciarse los mecanismos de comunicación y apoyo a las fundaciones, como canalizadoras de la acción social y cultural, en un ámbito en el que recientes escándalos de corrupción pública y privada han menoscabado su credibilidad social.

Según el último anuario de la asociación del sector, en España hay aproximadamente 13.000 fundaciones. Un cuarto de las mismas está inactiva. De las otras 9.000 que sí están en marcha, solo un 3%, lo que equivale a 270, contaba con unos ingresos superiores a los 10 millones de euros.

Muchas veces la falta de información está en el origen de la desconfianza que generan estas fundaciones en parte de la población, que sospecha que no son más que meras operaciones de marketing camuflado con las que, además, se elude al fisco, si no son un montaje para el beneficio particular de sus gestores. La retórica en torno a los grandes valores altruistas que suele envolver la acción de las entidades filantrópicas es vista por ello con recelo por esta parte de la población.

El Gobierno puso en marcha a través del departamento de Cultura una iniciativa para crear una ley de mecenazgo con mejores incentivos fiscales, tal y como prometía el programa electoral del Partido Popular. Sin embargo, según denuncian desde asociaciones del sector de las fundaciones, Hacienda no admite elevar las deducciones porque traería consigo una merma en la recaudación y la prioridad en estos momentos es reducir el déficit

La economía de la filantropía es muy importante por el valor que genera a la sociedad, la oportunidad de que cada uno decida a quién y para qué da. Pero lo realmente significativo es el impacto social de los proyectos que financia y de las personas que hay detrás, proyectos que son clave para el futuro, especialmente en momentos de crisis como del que todos esperamos salir en breve.

La rentabilidad social de estos proyectos es suficiente para justificar un esfuerzo público en mejorar la fiscalidad de las fundaciones, pues también pueden ser considerados una mejor forma de gestionar el gasto público, al impulsarse proyectos de orden cultural, social y últimamente muy ligados al I+D en fundaciones especializadas.

Esperemos en breve un impulso fiscal que mejore la viabilidad de las fundaciones y de la actividad que representan

José Manuel Luna
Socio Director