Asesoria & Asesores Fiscales

El art. 31.1 de la Constitución establece que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”.

La progresividad es pues una pieza clave de nuestra fiscalidad. Progresividad, que significa que, a mayor nivel de renta, mayor ha de ser también el porcentaje a pagar en concepto de impuestos. Sin embargo, lo cierto es que este principio constitucional deviene papel mojado cuando comprobamos su efectivo cumplimiento en las propias cifras presupuestadas por el Estado.

Es cierto que el peso de los impuestos directos es hoy mayor que el de los indirectos, en concreto, un 64,54 % sobre el total de los impuestos presupuestados para 2014; dato, este, que podría parecer suficiente para confirmar la progresividad del sistema tributario ya que esta última se asocia, normalmente, a los impuestos directos. Sin embargo, no todo lo que se recauda por ellos obedece a tributos de naturaleza progresiva. Así, por ejemplo, el Impuesto sobre Sociedades o el Impuesto sobre la Renta de los no residentes son figuras impositivas con tipos proporcionales. De hecho, el único tributo con progresividad real es el IRPF. Y a pesar de ello, no todas las rentas que tributan por este último lo hacen a tipos progresivos. Eso es lo que ocurre con las rentas del ahorro.

Pues bien; el IRPF representa tan solo un 38,83 % del total de la cifra presupuestada en concepto de impuestos. Esto quiere decir que los impuestos personales de carácter progresivo representan hoy un porcentaje inferior al 50 % del total de lo que se recauda en concepto de impuestos.

Más preocupante es todavía que si consideramos las cotizaciones a la Seguridad Social como un impuesto, el 66,15 % de la cifra presupuestada en concepto de impuestos corresponde a tributos que gravan el trabajo, en concreto, el IRPF (16,97 %) y las cotizaciones sociales (49,18 %).

Pues bien, ¿es hoy el sistema tributario progresivo? Es obvio que no. Y no solo no lo es, sino que adolece, también, de una injustificada falta de equidad entre las rentas del trabajo y el resto de rentas. Y lo que es peor, penaliza el trabajo y la creación de empleo. Si tenemos además en cuenta que el 12,97 % del total de ingresos fiscales, Seguridad Social incluida, proceden del IVA, es obvia la dura fiscalidad a la que hoy están sometidas las clases medias.

No se trata pues de recuperar la progresividad, que también, sino de reflexionar sobre las alternativas a un sistema tributario insostenible e injusto que, por más que se pretenda recuperar parte de la progresividad, siempre será a costa de las clases medias y, lo que es más importante, de gravar la única fuente de creación de riqueza: el trabajo. Una vez más, reducir el gasto público es lo prioritario.

Antonio Durán-Sindreu
Socio Director
Profesor de la UPF


Publicado en LA VANGUARDIA (11/06/2014) y reproducido en este portal con autorización del autor