Asesoria & Asesores Fiscales

Confieso que, hasta ahora, no había tenido ocasión de ver Frankestein, la vieja película de los años 30, y disfrutando la otra noche de una reposición, tuve un déjà vu tributario. La escena en la que los aldeanos, provistos de horcas y garrotes, salen en busca de Frankestein, me recordó a la opinión pública cuando aparece en los medios una noticia sobre la tributación en España de las grandes multinacionales tecnológicas. ¡¡Golfos!! , ¡¡no pagan impuestos!!, y así ad finitum.

Dejando al margen la indignación, convendría preguntarse, aun a riesgo de exponerse a la horca y garrote, por qué piensan los ciudadanos que las grandes multinacionales tecnológicas deben pagar impuestos en España. Obviamente, se me dirá, por la gran cantidad de dinero que les supone vender sus cacharritos en nuestro país. Eso es cierto. Todos tenemos en la retina las colas de ciudadanos ateridos de frío, en la madrugada madrileña, para comprar un teléfono móvil que empata en precio con el sueldo medio de un españolito. Es cierto que mueven mucho dinero. Y es cierto que obtienen beneficios. Pero, ¿qué es lo que lleva a una persona a aguantar quince horas de pie para realizar una compra?, ¿qué encuentra la gente tan atractivo en estos productos?

Bien, lo primero es que hay que reconocer que técnicamente están muy bien hechos. Y esa ingeniería no sale de la nada. Es fruto de horas y horas de preparación, estudios, ensayos, inversiones ingentes en I+D y trabajo. Por lo tanto, habrá que reconocer que a quien primero debe remunerarse con el beneficio, será al departamento o la empresa donde se agrupe el personal de ingeniería de esas multinacionales tecnológicas. Y, desafortunadamente, esa parte de la multinacional no está en España. España 0, Resto del Mundo 1.

En segundo lugar, no solo son aparatos técnicamente excelentes, sino que vienen muy bien envueltos. Son fáciles de usar, agradables a la vista y gozan de unas campañas de marketing rompedoras y atractivas. Y estas campañas son fruto de horas de duro trabajo de gente creativa, y de grandes inversiones en publicidad. A ver, si no, de qué iba Madonna a salir por Central Park haciendo jogging con unos auriculares blancos que delatan claramente a uno de estas multinacionales tecnológicas. Por tanto, otra parte del beneficio debe retribuir este trabajo creativo e inversiones en publicidad. España 0, Resto del Mundo, 2.

¿Y qué hay entonces, en España?, ¿qué papel desempeñan las filiales españolas de estas multinacionales tecnológicas en la generación de valor de uno de estos sofisticados aparatos? Bien, suele haber un vigilante de seguridad que guarda la cola, para que nadie se salte su turno, y luego también hay unos zagales vestidos de negro detrás del mostrador. La contribución de la filial española no va mucho más allá. Pensar que por dicha contribución en España debe quedarse la parte del león del beneficio y, consecuentemente, ser fiscalizado por la Agencia Tributaria, es pensar que el Real Madrid obtiene beneficios no por los goles de Cristiano Ronaldo, sino por el arte con que despachan las entradas los taquilleros. Ole.

En un proceso tan complejo como es el diseño, creación, publicidad y venta de un producto de alta tecnología, en el que participan filiales en varios países, el beneficio debe ser atribuido a quien realiza el trabajo más caro, arriesgado y difícil. Y, desgraciadamente, ninguna de esas fases recae en España. Alguien podrá decir que las multinacionales tampoco pagan impuestos por los beneficios atribuibles al I+D, ingeniería y mercadotenia. Esa es otra es otra cuestión. Pero, desgraciadamente, es una película que no pasan en los cines de España.

José María Rubio
Gerente de Fiscal en Grant Thornton