Asesoria & Asesores Fiscales

Hace unos días el “jefe” de los inspectores de Hacienda declaraba en Expansión que la provisionalidad del gobierno español no era buena para la lucha contra el fraude fiscal. Los partidos de la oposición claman por una lucha contra el fraude fiscal y el partido en el gobierno nos dice que está luchando eficazmente contra el mismo .

En resumen, la lucha contra el fraude fiscal es el gran mantra en el que gobierno y oposición , es decir, los políticos en general, buscan justificar un futur o feliz con abundancia de recursos que permita vivir mejor a todos los españoles o las causas a las penurias que los españoles hemos tenido que pasar y seguimos pasando como consecuencia de los recortes producidos en la gestión pública.

La realidad es que la lucha contra el fraude fiscal existe. Hasta la fecha, la administración pública no había contado con mayores medios , tanto humanos como técnicos, para lidiar contra el defraudador fiscal. Es verdad que el fraude fiscal existe y que en tiempos de crisis aumenta, pero justificar las penurias y recortes públicos con el fraude, a día de hoy, es inmoral.

Comencé mi actividad profesional como asesor fiscal cuando el primer gobierno de la UCD introdujo a “bombo y platillo” la primera reforma fiscal del nuevo periodo democrático, allá por el año 1978. Dos conceptos se utilizaron para su elaboración: el primero, la modernización del sistema fiscal; el segundo, la lucha contra el fraude.

Han pasado ya casi cuarenta años de aquella iniciativa de gobierno. Ya no se habla de modernización pero se sigue hablando de fraude fiscal y eso tanto en gobiernos conservadores como socialistas; a lo que hay que añadir la creación de una estructura monstruosa de funcionarios e informáticos sin igual .

En el año 1980 en Barcelona, que extendía su competencia también a las Islas Baleares, no había más de 35 inspectores de Hacienda, no había subinspectores, no había agentes tributarios y la informática era inexistente en los medios de trabajo de la administración tributaria. La última cifra que me dieron hace pocos años sobre el ejército de inspección y gestión fiscal era superior a las mil personas sólo en Cataluña, y aún se sigue hablando de fraude fiscal.

Que existe el fraude fiscal es cierto. Todos cometen fraude fiscal, todos los que pueden, claro, que son muchos, muchísimos. ¿Quién no ha paga do una “facturilla” sin IVA?, ¿quién pide y guarda el ticket del restaurante? Luego, vienen los listos, los que defraudan “al por mayor” y que incluso “exportan” su fraude y lo ponen a buen recaudo fuera del país .

Estudios recientes basan el origen del fraude en la escasa o casi nula moral tributaria. Será verdad, pero eso pasa en todos los países sin excepción , pues a nadie le gusta que el fruto de su trabajo termine en el bolsillo de la Administración que gasta sin que el contribuyente tenga ningún control . Desde que el mundo es mundo existe la resistencia al pago de impuestos al fisco .

Desde la reforma fiscal que comenzó en el año 1977 los profesionales del asesoramiento fiscal hemos ayudado a una educación fiscal del contribuyente trabajando para que la contribución a las arcas públicas de las personas físicas y jurídicas se puede hacer de una forma legal y pagando lo que estrictamente se debe pagar y de la forma mas eficiente . Todo ello nos ha obligado a un conocimiento actualizado de los tributos y a disponer de un gran equipo profesionalizado y con experiencia, pues es la única manera de racionalizar los costes tributarios para nuestros clientes de forma óptima y, por supuesto, legal.

Corrupción, paro, fraude ... La conciencia de que existe fraude fiscal normalmente anima al fraude fiscal : “si otros defraudan, yo no seré tan tonto de no hacerlo”. Una espiral defraudadora que encuentra en el fraude de los demás la justificación del propio fraude. Es verdad que buena parte del fraude sigue el modelo que podríamos llamar de “andar por casa” , pero es tan generalizado que las cifras que se dan terminan por asombrar .

Cuando economistas reputados dicen que la mitad de las empresas públicas podrían eliminarse, que se deberían eliminar también miles de funcionarios como consecuencia de las duplicidades en los órganos de administración del Estado (Estado, CCAA, municipios , etc. ) y que todo ello podría ahorrar al ciudadano del orden de unos 200.000 millones de euros, pues la verdad, a la inclinación natural a no pagar impuestos se la alimenta con la realidad de una Administración mal administrada donde el despilfarro cuando no “el trinque” son norma y la solución se busca en que se pague más “como sea”.

Una gran cantera de fraude fiscal ha sido el mundo del paro . Los parados se han tenido que “buscar la vida” ( en Cuba se diría que “hay que inventar” ) ante situaciones de desprotección social, en paro sin prestaciones o con prestaciones insuficientes , y para llevar una vida digna han tenido que pasar al mundo de “las chapucillas” donde la factura no existe y donde el pago en efectivo está a la orden del día. La realidad es que los estudios efectuados nos dicen que las zonas donde el paro ha sido más duro son zonas donde la economía sumergida, y por tanto el fraude fiscal, ha aumentado.

Este tipo de fraude es muy difícil de combatir, tanto por el la multiplicidad de defraudadores, como por la realidad política de que este fraude no deja de ser una válvula de escape a la penuria económica de muchos españoles y, por lo tanto , al gobierno de turno no le queda más remedio que mirar a otro lado.

La educación cívica contra el fraude se rompe en mil pedazos cuando los múltiples casos de corrupción afloran a la luz pública, casos en los que no es infrecuente que estén implicados aquellos que están llamados a mantener esa lucha contra el fraude y terminan aceptando una factura “sin IVA”, pues representa un 21% de menor coste.

Si se quiere luchar realmente contra el fraude se debe empezar por demostrar que la Administración administra “como un buen padre de familia” , como dice nuestro código mercantil respecto a la función del administrador . A día de hoy solo se puede lograr mediante un acuerdo de Estado donde todos los partidos aprueben un plan de regeneración y limpieza de la Administración sobre los “trinques” y los ”enchufes familiares y de correligionarios del partido” obteniendo así una Administración eficaz y ligera de estructura.

Otra medida es evitar las causas del fraude con aceptación social . Y eso solo se consigue luchando contra el paro y con prestaciones sociales que permitan al ciudadano más humilde vivir con dignidad.

Por último y lo más fácil, disponer de los medios humanos y técnicos necesarios para la lucha contra el fraude, tanto el pequeño como el grande , de tal manera que el que más tiene y gana pague más , pues esos medios ya existen. El resultado sería una mejor “conciencia tributaria” de todos los españoles.

José Miguel Contreras